Hay una percepción generalizada a nivel internacional, de que el mercadoes insuficiente como mecanismo para asignar adecuadamente en este sector. No obstante, persiste una clara concentración en el área eléctrica que impide un funcionamiento adecuado del sistema, y que en términos institucionales se expresa en la mantención de reglas del juego lesivas para los intereses del país. Ello debe cambiar. Es necesario diseñar e implementar un nuevo marco regulatorio que asuma las debilidades y falencias del marco actual.
El vínculo entre energía, bien común y desarrollo, revela al menos tres situaciones de riesgo:
a) En primer lugar, que la utilidad social de los proyectos energéticos se mantenga como una preocupación marginal en relación a la rentabilidad. Esto se ve en la aprobación de proyectos sin siquiera el debido debate nacional de los efectos ambientales, económicos y sociales.
b) El segundo riesgo es la estructura monopólica del sector eléctrico. ¿Hasta qué punto es permisible la concentración? Unos pocos datos: Enersis controla -desde fines de 1996- el 50 % de la distribución al SIC; Endesa el 60% de la generación; Endesa y Chilgener generan un 80 % de la electricidad al SIC.
c) El tercer gran impedimento para la sustentabilidad del sector energético, es el tema de los derechos de agua, porque una parte importante de los que son rentables están en manos de las empresas que controlan la mayor cuota de la generación.
2) Incentivar la co-generación, una opción postergada.
Se podría flexibilizar el sistema energético introduciendo tecnología multicombustibles y otras de escala reducida, como la cogeneración (generación combinada de calor y energía eléctrica) muy utilizada hoy en los países desarrollados. Multiplicar las fuentes ayuda a mejorar la seguridad del abastecimiento, además de desconcentrar el mercado.
La cogeneración constituye en Chile una de las opciones tecnológicas viables, ya que es competitiva, recupera recursos energéticos muchas veces derramando al ambiente (como el calor en las plantas de celulosa, por ejemplo) y es de alto interés para un modelo de sustentabilidad.
(Fuente: Por un Chile sustentable, capítulo 11, páginas 259 y 268)
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