Carta abierta a P. Felipe Berríos S.J.
En respuesta a sus declaraciones aparecidas en el Diario de Aysén (20/01/10)
P. Felipe Berríos, SJ Presente
Con preocupación y desconcierto hemos leído la entrevista aparecida en el Diario de Aysén y reproducida por el Mostrador[1], en el que Ud. se refiere al proyecto de instalación de cinco mega-represas en la Patagonia chilena y a otros puntos relacionados con situaciones medioambientales locales.
Nos sorprenden los argumentos que Ud. utiliza para defender la construcción del proyecto HidroAysén. Es posible que Ud. maneje informaciones que nosotros, a pesar de estar por mucho tiempo involucrados en la reflexión sobre estos temas, desconocemos. Es por ello que nos gustaría preguntarle: ¿Cuáles son las fuentes en las que se basan sus comentarios sobre las represas en la Patagonia?, para poder contrastarlas con las nuestras. Aquí le sugerimos algunas de ellas para que comprenda nuestro punto de vista (ver pie de página)[2].
Usted plantea que la construcción de represas es necesaria si de ellas depende el “bien común”. Justamente en Chile el agua no es considerada un “bien común”, ni siquiera en la Constitución. Esto queda claro al revisar los datos que nos indican que las empresas energéticas poseen más del 90% de los derechos de agua no consuntivos de la zona y del país[3]. Desde estas cifras podemos señalar que el agua en Chile está privatizada, y privatización de bienes públicos muchas veces significa que se le “priva” de un bien a algunas personas para que otras obtengan beneficios (lucro) de ella. La privatización implica (especialmente en el caso del agua, los alimentos y el aire) que quienes poseen estos bienes los manejan de una manera que les permitan maximizar ganancias, y por tanto, las personas que los necesitan tienen que pagar más por ellos. La privatización en el mundo y en Chile ha significado sistemáticamente un aumento en la brecha entre pobres y ricos, y una concentración de las riquezas en manos de unos pocos en desmedro de la gran mayoría.
Sabemos que usted considera válido los aportes de empresas como HidroAysén que financian acciones en pro de la superación de la pobreza bajo el concepto de “responsabilidad social empresarial”. Para nosotros y nosotras, aún reconociendo la posibilidad de que algunas empresas puedan actuar en realidad con conciencia social, nos parece preocupante cuando estas “inversiones” se utilizan en el caso de ciertos proyectos como medios de cooptación social y como herramientas de manipulación de las comunidades con el claro objetivo de disminuir el rechazo y la oposición a las iniciativas de las empresas involucradas. Históricamente, este modo de actuar se ha traducido, indistintamente, en el debilitamiento de la autonomía de las comunidades, la división de las mismas y una serie de otros conflictos sociales, como los que tristemente hemos visto en los casos de Mehuín, el Valle del Huasco, y otras comunidades insertas en conflictos ambientales.
Nos preocupa cuando personas como usted, que gozan de importante acogida social y además son rostros de instituciones que hacen un aporte reconocido y concreto a nuestro país como “Un Techo para Chile”, se ven asociadas (ya sea por sus opiniones o por aportes y convenios) con empresas que, en razón de sus prácticas medioambientales, son objeto de constante cuestionamiento. Más preocupante aún nos parece, cuando constatamos que este tipo de asociaciones se repiten en el tiempo, pues esta reiteración da cuenta no sólo de una estrategia de las empresas para posicionarse utilizando organizaciones y personas ampliamente valoradas por la opinión pública, sino también, a nuestro juicio, de una peligrosa falta de cuestionamiento por parte de estas mismas personas y organizaciones sobre el origen y las intenciones de estos dineros. En su caso particular, representan un claro ejemplo las asociaciones con las empresas mineras (Pelambres, Escondida, Barrick Gold) y con Arauco, todas con un triste record ambiental.
Nosotros creemos que es éticamente cuestionable que personas como usted, aprueben y/o utilicen estas inversiones, lo que a nuestro juicio equivale a hacerse cómplices de las malas prácticas de las empresas que concentran la riqueza en Chile. Organizaciones y personas que apoyan a estas inversiones tienen que hacerse la pregunta si su clamor por “justicia social y una distribución justa de los ingresos” es creíble o se convierte en una doble moral, lo que a fin de cuentas resulta dañino para la imagen de nuestras organizaciones y de las iglesias.
Estamos convencidos, que justicia social y el cuidado de la creación no pueden estar disociadas. Se ha probado en todo el planeta que los que sufren primero y más por los daños ambientales son justamente las comunidades pobres. No existe posibilidad de justicia social en un país donde unos pocos, en virtud del crecimiento económico, pisotean las comunidades y destruyen los ecosistemas que sustentan la vida.
En la entrevista, Ud. parece cuestionar las acciones de defensa de la Patagonia por parte del Obispo de la zona diciendo: “¿Por qué los obispos no hablan de eso en vez de atacar una represa hidroeléctrica que la verdad es que creo que el daño que produce o la intervención en la naturaleza es mínimas…¿por qué entonces no se ataca una de los problemas profundos ecológicos que es la concentración de la riqueza?”. A nosotros nos gustaría invitarle a leer con profundidad la Carta Pastoral “Danos hoy el agua de cada día”; seguramente en ella encontrará respuestas éticas y argumentos ambientales sólidos para responder a estas dos preguntas que lo inquietan.
Finalmente quisiéramos manifestarle nuestro compromiso como cristianos y cristianas con la construcción de una sociedad más justa, y en virtud de esto, con el cuidado de la creación en todas sus formas, e invitarle a reflexionar en este párrafo de la declaración de la Coalición Ecuménica por el Cuidado de la Creación hacia la Cumbre sobre el Cambio Climático, realizado en Diciembre 2009 en Copenhagen:
“…afirmamos que el agua es un bien común de todos los seres, incluyendo a la familia humana. Es un don para todos sin exclusión, también para las generaciones futuras. En consecuencia, el agua no puede volverse una mercancía más que se compra y se vende, o propiedad privada de algunos. Reivindicamos el derecho que todos tienen al agua y denunciamos proféticamente a todas las personas y estructuras políticas y legales que quitan o limitan el acceso al agua para la población o legitiman la contaminación o la alteración del equilibro ecológico.”
Fraternalmente y a titulo personal:
· César Correa V., Coordinador Coalición Ecuménica por el Cuidado de la Creación (CECC), Oficina JPIC Columbanos
· Arianne van Andel, Coordinadora CECC. Centro Ecuménico Diego de Medellín
· Diego Rivadeneira O., Coordinador CECC. Comunidad de Reflexión y Espiritualidad Evangélica CREE
· Rogelio Correa S., Coordinador CECC, Amerindia Chile
· Francisco Sandoval, Coordinador CECC, Comité Oscar Romero
· Victor Rey R., pastor Bautista
· Álvaro Ramis O., Centro Ecuménico Diego de Medellín
· Judy Ress, Misionera Laica de Maryknoll
· Jorge Cisternas, Defendamos la Ciudad, CECC
· Hna. María Inés Urrutia Fisher, Congregación Hermanitas de Jesús
[1] http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2010/01/21/felipe-berrios-hace-guino-a-hidroaysen-y-arremete-contra-tompkins-y-ecologistas/
[2] * El Convenio Azul, La crisis global del agua y la batalla futura por el derecho al agua, M. Barlow, 2008, especialmente pg.31-32.
* ¿Se necesitan represas en La Patagonia? Un análisis del futuro energético chileno, S.F. Hall y Asociados, R. Román, F. Cuevas, P. Sánchez, Universidad de Chile, 2009.
* Danos hoy el agua de cada día, Carta Pastoral de Luis Infanti de la Mora osm, Obispo Vicario Apostólico de Aysén, 2008, especialmente pg. 40-47.
[3] Agua: ¿Dónde está y de quién es? Para entender lo que ocurre con las aguas en Chile, Programa Chile Sustentable, 2004.
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