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Con interés hemos seguido el debate suscitado en El Mostrador por la entrevista en que el padre Felipe Berríos defiende las represas, en particular en la Patagonia. Para quienes vivimos en este territorio y dependemos del agua que él concede a las trasnacionales, es relevante conocer la opinión de líderes validados por su trayectoria personal en pos del bien colectivo. O, por lo menos, de una parte de éste.
Su visión me recuerda lo que dijera el ex ministro Osvaldo Andrade sobre la posibilidad de avanzar en la temática ambiental: “Si alguien quiere incorporar a la Alianza en los temas de los ecologistas, me parece bien. Pero debe quedar claro que ellos quieren resolver problemas sociales de ‘segunda generación’, cuando en Chile aún tenemos problemas de primerísima generación”.
Hoy en muchos países ya no se habla de conflictos ambientales, se les llama socioambientales. Tales naciones han entendido la insensatez de separar conceptualmente al ser humano de los ecosistemas. ¿La muerte de peces en el río Mataquito fue un problema ambiental o no lo fue también social y económico, al afectar el sustento de las familias de los pescadores artesanales?
Que hoy existe inequidad social en Chile es una notoria verdad. Pero ésta no se debe ni se deberá nunca a la protección de la naturaleza. Es más, es otra cara de la misma moneda.
Lo que hoy ocurre en Aysén es sintomático de lo que sucede en el mundo. El cambio climático, un tema originalmente de los “ambientalistas”, tiene implicancias económicas y sociales mundiales, en que, indefectiblemente, los más afectados siempre son los más vulnerables. La razón es simple, son quienes menos alternativas tienen para defenderse ante estos fenómenos.
Hoy por hoy en el río más caudaloso de Chile, el Baker, legalmente no hay agua. No la hay porque al poseer HidroAysén derechos sobre prácticamente todo su caudal no ha dejado espacio para que los pobladores que dependen de su curso tengan acceso a ella.
Hoy por hoy Energía Austral e HidroAysén están, con cuestionables políticas de RSE, validando que lo único importante en la sociedad es el dinero y el beneficio material. Conceptos como arraigo, pertenencia, naturaleza e identidad son sólo ideas que no caben en su ideario productivista.
El mundo de los derechos humanos es amplio y vasto, incluye la superación de la pobreza y los horrores de la dictadura, pero no se queda allí. Integra la defensa del medio ambiente y las comunidades, las etnias originarias, la dignidad de los pueblos. Son todas luchas hermanas no excluyentes. Así lo entienden hoy nuestro obispo Luis Infanti y, estoy cierto, también Gaspar Quintana, pastor del pueblo pisoteado por Barrick y su proyecto Pascua Lama. Ellos también son nuestro orgullo y, muchas veces, nuestro sostén.
Que hoy existe inequidad social en Chile es una notoria verdad. Pero ésta no se debe ni se deberá nunca a la protección de la naturaleza. Es más, es otra cara de la misma moneda. Cuando entendamos esto será el día en que de verdad podremos avanzar, sin tropiezos, en la lucha contra todas las formas de injusticia.
No hacerlo será, simplemente, desvestir un santo para vestir a otro.
Carta abierta a P. Felipe Berríos S.J.
En respuesta a sus declaraciones aparecidas en el Diario de Aysén (20/01/10)
P. Felipe Berríos, SJ Presente
Con preocupación y desconcierto hemos leído la entrevista aparecida en el Diario de Aysén y reproducida por el Mostrador[1], en el que Ud. se refiere al proyecto de instalación de cinco mega-represas en la Patagonia chilena y a otros puntos relacionados con situaciones medioambientales locales.
Nos sorprenden los argumentos que Ud. utiliza para defender la construcción del proyecto HidroAysén. Es posible que Ud. maneje informaciones que nosotros, a pesar de estar por mucho tiempo involucrados en la reflexión sobre estos temas, desconocemos. Es por ello que nos gustaría preguntarle: ¿Cuáles son las fuentes en las que se basan sus comentarios sobre las represas en la Patagonia?, para poder contrastarlas con las nuestras. Aquí le sugerimos algunas de ellas para que comprenda nuestro punto de vista (ver pie de página)[2].
Usted plantea que la construcción de represas es necesaria si de ellas depende el “bien común”. Justamente en Chile el agua no es considerada un “bien común”, ni siquiera en la Constitución. Esto queda claro al revisar los datos que nos indican que las empresas energéticas poseen más del 90% de los derechos de agua no consuntivos de la zona y del país[3]. Desde estas cifras podemos señalar que el agua en Chile está privatizada, y privatización de bienes públicos muchas veces significa que se le “priva” de un bien a algunas personas para que otras obtengan beneficios (lucro) de ella. La privatización implica (especialmente en el caso del agua, los alimentos y el aire) que quienes poseen estos bienes los manejan de una manera que les permitan maximizar ganancias, y por tanto, las personas que los necesitan tienen que pagar más por ellos. La privatización en el mundo y en Chile ha significado sistemáticamente un aumento en la brecha entre pobres y ricos, y una concentración de las riquezas en manos de unos pocos en desmedro de la gran mayoría.
Sabemos que usted considera válido los aportes de empresas como HidroAysén que financian acciones en pro de la superación de la pobreza bajo el concepto de “responsabilidad social empresarial”. Para nosotros y nosotras, aún reconociendo la posibilidad de que algunas empresas puedan actuar en realidad con conciencia social, nos parece preocupante cuando estas “inversiones” se utilizan en el caso de ciertos proyectos como medios de cooptación social y como herramientas de manipulación de las comunidades con el claro objetivo de disminuir el rechazo y la oposición a las iniciativas de las empresas involucradas. Históricamente, este modo de actuar se ha traducido, indistintamente, en el debilitamiento de la autonomía de las comunidades, la división de las mismas y una serie de otros conflictos sociales, como los que tristemente hemos visto en los casos de Mehuín, el Valle del Huasco, y otras comunidades insertas en conflictos ambientales.
Nos preocupa cuando personas como usted, que gozan de importante acogida social y además son rostros de instituciones que hacen un aporte reconocido y concreto a nuestro país como “Un Techo para Chile”, se ven asociadas (ya sea por sus opiniones o por aportes y convenios) con empresas que, en razón de sus prácticas medioambientales, son objeto de constante cuestionamiento. Más preocupante aún nos parece, cuando constatamos que este tipo de asociaciones se repiten en el tiempo, pues esta reiteración da cuenta no sólo de una estrategia de las empresas para posicionarse utilizando organizaciones y personas ampliamente valoradas por la opinión pública, sino también, a nuestro juicio, de una peligrosa falta de cuestionamiento por parte de estas mismas personas y organizaciones sobre el origen y las intenciones de estos dineros. En su caso particular, representan un claro ejemplo las asociaciones con las empresas mineras (Pelambres, Escondida, Barrick Gold) y con Arauco, todas con un triste record ambiental.
Nosotros creemos que es éticamente cuestionable que personas como usted, aprueben y/o utilicen estas inversiones, lo que a nuestro juicio equivale a hacerse cómplices de las malas prácticas de las empresas que concentran la riqueza en Chile. Organizaciones y personas que apoyan a estas inversiones tienen que hacerse la pregunta si su clamor por “justicia social y una distribución justa de los ingresos” es creíble o se convierte en una doble moral, lo que a fin de cuentas resulta dañino para la imagen de nuestras organizaciones y de las iglesias.
Estamos convencidos, que justicia social y el cuidado de la creación no pueden estar disociadas. Se ha probado en todo el planeta que los que sufren primero y más por los daños ambientales son justamente las comunidades pobres. No existe posibilidad de justicia social en un país donde unos pocos, en virtud del crecimiento económico, pisotean las comunidades y destruyen los ecosistemas que sustentan la vida.
En la entrevista, Ud. parece cuestionar las acciones de defensa de la Patagonia por parte del Obispo de la zona diciendo: “¿Por qué los obispos no hablan de eso en vez de atacar una represa hidroeléctrica que la verdad es que creo que el daño que produce o la intervención en la naturaleza es mínimas…¿por qué entonces no se ataca una de los problemas profundos ecológicos que es la concentración de la riqueza?”. A nosotros nos gustaría invitarle a leer con profundidad la Carta Pastoral “Danos hoy el agua de cada día”; seguramente en ella encontrará respuestas éticas y argumentos ambientales sólidos para responder a estas dos preguntas que lo inquietan.
Finalmente quisiéramos manifestarle nuestro compromiso como cristianos y cristianas con la construcción de una sociedad más justa, y en virtud de esto, con el cuidado de la creación en todas sus formas, e invitarle a reflexionar en este párrafo de la declaración de la Coalición Ecuménica por el Cuidado de la Creación hacia la Cumbre sobre el Cambio Climático, realizado en Diciembre 2009 en Copenhagen:
“…afirmamos que el agua es un bien común de todos los seres, incluyendo a la familia humana. Es un don para todos sin exclusión, también para las generaciones futuras. En consecuencia, el agua no puede volverse una mercancía más que se compra y se vende, o propiedad privada de algunos. Reivindicamos el derecho que todos tienen al agua y denunciamos proféticamente a todas las personas y estructuras políticas y legales que quitan o limitan el acceso al agua para la población o legitiman la contaminación o la alteración del equilibro ecológico.”
Fraternalmente y a titulo personal:
· César Correa V., Coordinador Coalición Ecuménica por el Cuidado de la Creación (CECC), Oficina JPIC Columbanos
· Arianne van Andel, Coordinadora CECC. Centro Ecuménico Diego de Medellín
· Diego Rivadeneira O., Coordinador CECC. Comunidad de Reflexión y Espiritualidad Evangélica CREE
· Rogelio Correa S., Coordinador CECC, Amerindia Chile
· Francisco Sandoval, Coordinador CECC, Comité Oscar Romero
· Victor Rey R., pastor Bautista
· Álvaro Ramis O., Centro Ecuménico Diego de Medellín
· Judy Ress, Misionera Laica de Maryknoll
· Jorge Cisternas, Defendamos la Ciudad, CECC
· Hna. María Inés Urrutia Fisher, Congregación Hermanitas de Jesús
[1] http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2010/01/21/felipe-berrios-hace-guino-a-hidroaysen-y-arremete-contra-tompkins-y-ecologistas/
[2] * El Convenio Azul, La crisis global del agua y la batalla futura por el derecho al agua, M. Barlow, 2008, especialmente pg.31-32.
* ¿Se necesitan represas en La Patagonia? Un análisis del futuro energético chileno, S.F. Hall y Asociados, R. Román, F. Cuevas, P. Sánchez, Universidad de Chile, 2009.
* Danos hoy el agua de cada día, Carta Pastoral de Luis Infanti de la Mora osm, Obispo Vicario Apostólico de Aysén, 2008, especialmente pg. 40-47.
[3] Agua: ¿Dónde está y de quién es? Para entender lo que ocurre con las aguas en Chile, Programa Chile Sustentable, 2004.
En una entrevista concedida el miércoles 20 de enero al Diario de Aysén – que reprodujo El Mostrador-, el capellán de un Techo para Chile, Felipe Berríos (S.J.) defendió la construcción de megacentrales hidroeléctricas como HidroAysén, criticando la campaña “Patagonia Sin Represas”.
En la nota Berrios señaló que esta sólo busca proteger el desarrollo de un turismo ecológico al que sólo tienen acceso personas que “en sus países viven cómodamente y con una vida de lujo”. También sostuvo que la construcción de represas es necesaria si de ellas depende el “bien común”, sobre todo si los recursos se usan responsablemente y son “devueltos”.
El sacerdote no ocultó sus aprensiones frente a la campaña “Patagonia Sin Represas” que impulsa el Consejo de Defensa de la Patagonia: “Yo me haría varias preguntas. Primero, ¿quién financia este grupo? Yo ya quisiera haber tenido la campaña publicitaria que ellos tuvieron para poder denunciar la desigualdad social y la concentración de la riqueza que hay en Chile ¿Por qué no se denuncia esa situación que va en la raíz del perjuicio ecológico de nuestro país?
“Más mega represas no son lo que necesitamos. Necesitamos reducir el consumo, motivado por el crecimiento “ad infinitum”, dogma absoluto de los economistas contemporáneos, y que la Tierra vuelva a su balance con la civilización. Esto es lo que debe predicarse a ricos y pobres”. Douglas Tompkins.
Berríos también cuestionó al magnate estadounidense Douglas Tompkins y a lo que, desde su perspectiva, hay detrás del santuario de la naturaleza que mantiene en el sur: “Tenemos a este personaje Tompkins que tiene un verdadero santuario de la naturaleza, pero lo que más contamina el planeta es la mala distribución del ingreso, y habría que preguntarse por qué Tompkins se hizo multimillonario. Si él no se hubiera hecho multimillonario, habría contaminado mucho menos el planeta, o sea lo que más contamina el planeta tanto como el humo, o destrozar el bosque o humedales es la mala distribución el ingreso, y la concentración de la riqueza”, señaló.
Y luego insistió: “Alguien que concentra mucha riqueza está produciendo un deterioro no sólo humano y de injusticia; también un deterioro ecológico grave, lo que me parece una contradicción brutal, que con esa riqueza se pretenda proteger lo que él mismo va destruyendo”.
Ante dichas afirmaciones, Tompkins hizo llegar a El Mostrador la siguiente carta, que reproducimos integramente.
Señor director:
He leído con total incredulidad la entrevista al sacerdote Felipe Berríos en la que me acusa de concentrar riquezas y de contaminar el planeta, a pesar de mi larga historia como medioambientalista y conservacionista. Pero dejemos por un momento mi persona fuera de esta discusión y pensemos en la tremenda concentración de riqueza (100 veces mayor que la mía, y que he donado a fundaciones filantrópicas) de la sociedad propietaria de HidroAysén. Refirámonos a los principales socios / propietarios de la parte chilena de HidroAysén, la familia Matte, quienes tienen una riqueza abismarte y son parte de la sociedad chilena; y qué decir de Endesa y Enel, corporaciones que concentran riqueza a niveles asombrosos.
Felipe Berríos necesita tener una mirada más amplia y debe hacer sus críticas a quien corresponda, como también evaluar cuánta filantropía hacen estas personas / empresas en relación a su patrimonio, para el bien de la sociedad y de nuestro pobre planeta, víctima de una innegable depredación por la así llamada civilización.
Muchas personas del mundo religioso y las iglesias ya están despertando ante las consecuencias del sobre-desarrollo, que ha arruinado el clima y ha traído y traerá una pobreza nunca vista, primero a los más desvalidos y luego a todos. Nadie, ni siquiera Felipe Berríos, se librará de la consecuencias catastróficas producto del sobre industrialismo, que ha sido el mayor contribuyente al cambio climático.
Es hora de mirar la realidad en la cual nos encontramos y lidiar con el cambio climático y con algo aún más grave, la crisis de extinción de especies, la biodiversidad está desapareciendo día a día, y toda la vida, incluida la nuestra, depende de ello.
Más mega represas no son lo que necesitamos. Necesitamos reducir el consumo, motivado por el crecimiento “ad infinitum”, dogma absoluto de los economistas contemporáneos, y que la Tierra vuelva a su balance con la civilización. Esto es lo que debe predicarse a ricos y pobres.
Aunque la justicia social es necesaria, urgente y loable (he gastado millones de mi patrimonio en causas de justicia social) la salud del planeta está primero.
Debemos recordar que no habrá justicia social en un planeta muerto, es tan simple como eso.
Douglas Tompkins
Carta abierta a P. Felipe Berríos S.J.
En respuesta a sus declaraciones aparecidas en el Diario de Aysén (20/01/10)
P. Felipe Berríos, SJ Presente
Con preocupación y desconcierto hemos leído la entrevista aparecida en el Diario de Aysén y reproducida por el Mostrador[1], en el que Ud. se refiere al proyecto de instalación de cinco mega-represas en la Patagonia chilena y a otros puntos relacionados con situaciones medioambientales locales.
Nos sorprenden los argumentos que Ud. utiliza para defender la construcción del proyecto HidroAysén. Es posible que Ud. maneje informaciones que nosotros, a pesar de estar por mucho tiempo involucrados en la reflexión sobre estos temas, desconocemos. Es por ello que nos gustaría preguntarle: ¿Cuáles son las fuentes en las que se basan sus comentarios sobre las represas en la Patagonia?, para poder contrastarlas con las nuestras. Aquí le sugerimos algunas de ellas para que comprenda nuestro punto de vista (ver pie de página)[2].
Usted plantea que la construcción de represas es necesaria si de ellas depende el “bien común”. Justamente en Chile el agua no es considerada un “bien común”, ni siquiera en la Constitución. Esto queda claro al revisar los datos que nos indican que las empresas energéticas poseen más del 90% de los derechos de agua no consuntivos de la zona y del país[3]. Desde estas cifras podemos señalar que el agua en Chile está privatizada, y privatización de bienes públicos muchas veces significa que se le “priva” de un bien a algunas personas para que otras obtengan beneficios (lucro) de ella. La privatización implica (especialmente en el caso del agua, los alimentos y el aire) que quienes poseen estos bienes los manejan de una manera que les permitan maximizar ganancias, y por tanto, las personas que los necesitan tienen que pagar más por ellos. La privatización en el mundo y en Chile ha significado sistemáticamente un aumento en la brecha entre pobres y ricos, y una concentración de las riquezas en manos de unos pocos en desmedro de la gran mayoría.
Sabemos que usted considera válido los aportes de empresas como HidroAysén que financian acciones en pro de la superación de la pobreza bajo el concepto de “responsabilidad social empresarial”. Para nosotros y nosotras, aún reconociendo la posibilidad de que algunas empresas puedan actuar en realidad con conciencia social, nos parece preocupante cuando estas “inversiones” se utilizan en el caso de ciertos proyectos como medios de cooptación social y como herramientas de manipulación de las comunidades con el claro objetivo de disminuir el rechazo y la oposición a las iniciativas de las empresas involucradas. Históricamente, este modo de actuar se ha traducido, indistintamente, en el debilitamiento de la autonomía de las comunidades, la división de las mismas y una serie de otros conflictos sociales, como los que tristemente hemos visto en los casos de Mehuín, el Valle del Huasco, y otras comunidades insertas en conflictos ambientales.
Nos preocupa cuando personas como usted, que gozan de importante acogida social y además son rostros de instituciones que hacen un aporte reconocido y concreto a nuestro país como “Un Techo para Chile”, se ven asociadas (ya sea por sus opiniones o por aportes y convenios) con empresas que, en razón de sus prácticas medioambientales, son objeto de constante cuestionamiento. Más preocupante aún nos parece, cuando constatamos que este tipo de asociaciones se repiten en el tiempo, pues esta reiteración da cuenta no sólo de una estrategia de las empresas para posicionarse utilizando organizaciones y personas ampliamente valoradas por la opinión pública, sino también, a nuestro juicio, de una peligrosa falta de cuestionamiento por parte de estas mismas personas y organizaciones sobre el origen y las intenciones de estos dineros. En su caso particular, representan un claro ejemplo las asociaciones con las empresas mineras (Pelambres, Escondida, Barrick Gold) y con Arauco, todas con un triste record ambiental.
Nosotros creemos que es éticamente cuestionable que personas como usted, aprueben y/o utilicen estas inversiones, lo que a nuestro juicio equivale a hacerse cómplices de las malas prácticas de las empresas que concentran la riqueza en Chile. Organizaciones y personas que apoyan a estas inversiones tienen que hacerse la pregunta si su clamor por “justicia social y una distribución justa de los ingresos” es creíble o se convierte en una doble moral, lo que a fin de cuentas resulta dañino para la imagen de nuestras organizaciones y de las iglesias.
Estamos convencidos, que justicia social y el cuidado de la creación no pueden estar disociadas. Se ha probado en todo el planeta que los que sufren primero y más por los daños ambientales son justamente las comunidades pobres. No existe posibilidad de justicia social en un país donde unos pocos, en virtud del crecimiento económico, pisotean las comunidades y destruyen los ecosistemas que sustentan la vida.
En la entrevista, Ud. parece cuestionar las acciones de defensa de la Patagonia por parte del Obispo de la zona diciendo: “¿Por qué los obispos no hablan de eso en vez de atacar una represa hidroeléctrica que la verdad es que creo que el daño que produce o la intervención en la naturaleza es mínimas…¿por qué entonces no se ataca una de los problemas profundos ecológicos que es la concentración de la riqueza?”. A nosotros nos gustaría invitarle a leer con profundidad la Carta Pastoral “Danos hoy el agua de cada día”; seguramente en ella encontrará respuestas éticas y argumentos ambientales sólidos para responder a estas dos preguntas que lo inquietan.
Finalmente quisiéramos manifestarle nuestro compromiso como cristianos y cristianas con la construcción de una sociedad más justa, y en virtud de esto, con el cuidado de la creación en todas sus formas, e invitarle a reflexionar en este párrafo de la declaración de la Coalición Ecuménica por el Cuidado de la Creación hacia la Cumbre sobre el Cambio Climático, realizado en Diciembre 2009 en Copenhagen:
“…afirmamos que el agua es un bien común de todos los seres, incluyendo a la familia humana. Es un don para todos sin exclusión, también para las generaciones futuras. En consecuencia, el agua no puede volverse una mercancía más que se compra y se vende, o propiedad privada de algunos. Reivindicamos el derecho que todos tienen al agua y denunciamos proféticamente a todas las personas y estructuras políticas y legales que quitan o limitan el acceso al agua para la población o legitiman la contaminación o la alteración del equilibro ecológico.”
Fraternalmente y a titulo personal:
· César Correa V., Coordinador Coalición Ecuménica por el Cuidado de la Creación (CECC), Oficina JPIC Columbanos
· Arianne van Andel, Coordinadora CECC. Centro Ecuménico Diego de Medellín
· Diego Rivadeneira O., Coordinador CECC. Comunidad de Reflexión y Espiritualidad Evangélica CREE
· Rogelio Correa S., Coordinador CECC, Amerindia Chile
· Francisco Sandoval, Coordinador CECC, Comité Oscar Romero
· Victor Rey R., pastor Bautista
· Álvaro Ramis O., Centro Ecuménico Diego de Medellín
· Judy Ress, Misionera Laica de Maryknoll
· Jorge Cisternas, Defendamos la Ciudad, CECC
· Hna. María Inés Urrutia Fisher, Congregación Hermanitas de Jesús
* Claudio Escobar Cáceres, Ingeniero Civil Eléctrico y Profesor de Estado en Matemáticas, Brigada Nicolasita-Inti Simón.
[1] http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2010/01/21/felipe-berrios-hace-guino-a-hidroaysen-y-arremete-contra-tompkins-y-ecologistas/
[2] * El Convenio Azul, La crisis global del agua y la batalla futura por el derecho al agua, M. Barlow, 2008, especialmente pg.31-32.
* ¿Se necesitan represas en La Patagonia? Un análisis del futuro energético chileno, S.F. Hall y Asociados, R. Román, F. Cuevas, P. Sánchez, Universidad de Chile, 2009.
* Danos hoy el agua de cada día, Carta Pastoral de Luis Infanti de la Mora osm, Obispo Vicario Apostólico de Aysén, 2008, especialmente pg. 40-47.
[3] Agua: ¿Dónde está y de quién es? Para entender lo que ocurre con las aguas en Chile, Programa Chile Sustentable, 2004.